domingo, 20 de febrero de 2011

¿Es posible ser joven y vivir en santidad?

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” Proverbios 4:23.
Ser santo significa estar apartado, consagrado o dedicado para Dios.
Contrario a lo que la tradición nos ha enseñado, la santidad no está reservada sólo a personas privilegiadas, ni del antiguo tiempo. En este sentido surge la interrogante: ¿quienes están llamados a ser santos? La respuesta la tenemos en Levítico 20: 7-8: todas las personas que se consideren hijos de Dios, lo cual evidentemente incluye a los jóvenes.
Vivir una vida de santidad implica la salvación y la vida eterna (véase Hebreos 12:14), así como obediencia a Dios de nuestra parte (Salmos 119:9).
Sin embargo, la santidad es no es algo que llega por si misma. Debemos buscarla cada día. Aunque ciertamente al entregar nuestro corazón a Jesucristo nuestros pecados son borrados y empezamos una vida de santidad, es nuestra obligación ejercitarla (1ª de Pedro 1:14-16).
En la Biblia encontramos múltiples ejemplos de jóvenes que decidieron vivir una vida de santidad, entre ellas tenemos la de José (Génesis 37, 39). Si decidimos vivir en santidad, Dios nos recompensa tal como lo hizo con José que llegó a ser el segundo hombre más importante en el mundo civilizado de su época.
Preguntémonos ¿estará Dios de acuerdo con nuestra manera de comportarnos en nuestra vida cotidiana? ¿es un buen indicador de una vida llena de santidad?. Debemos pedirle a Dios que nos haga jóvenes más santos, para que podamos ser ejemplo a otros jóvenes que no conocen a Dios y podamos enseñarles el camino que él nos enseñó.

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